En el marco de la cumbre de líderes previa a la COP30 en Belém, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, presentó una iniciativa de gran alcance: un fondo destinado a proteger los bosques tropicales del mundo, con especial énfasis en la Amazonía.
La propuesta fue anunciada en el acto inaugural, en el que se destacó que los bosques no solo son pilares de la biodiversidad. El nuevo fondo se concibe como una mezcla entre capital público y privado, con objetivos de financiamiento ambiciosos. Se estima que podría captar 25.000 millones de dólares de gobiernos y hasta 100.000 millones de inversores privados.
La iniciativa podría generar un impacto doble. Por un lado, representaría una inyección significativa de recursos para programas de reforestación, monitoreo forestal y protección de tierras fiscales y comunitarias.
La Amazonía, en particular, figura como un componente crítico de la estrategia global frente al calentamiento del planeta. Su preservación contribuye a la estabilidad climática regional y a la seguridad de suministros hídricos que repercuten en zonas de América y más allá.
El fondo se presenta como un instrumento para canalizar flujos de dinero hacia prácticas productivas compatibles con la conservación, buscando equilibrar desarrollo económico y protección ambiental.
La gobernanza del fondo, la transparencia en la asignación de recursos, y la medición de resultados concretos en términos de reducción de emisiones o de degradación de bosques serán aspectos clave para ganar la confianza de donantes y mercados.
La propuesta de Lula da Silva marca un hito en la conversación climática mundial: un fondo ambicioso que, si logra consolidarse, podría convertirse en motor de financiamiento para la protección de bosques y de un modelo de desarrollo más sostenible en la era post COP30.
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