Los últimos indicadores económicos confirman que la inflación en la zona euro se ha asentado en una senda benigna y controlada, un desarrollo que respalda firmemente las proyecciones de que los precios se mantendrán en torno al objetivo del Banco Central Europeo a lo largo de 2026.
Los datos muestran que las presiones inflacionarias, tanto en la energía como en los bienes subyacentes, están disminuyendo gradualmente. Esta tendencia «benigna» refuerza la convicción en los mercados financieros de que el BCE ha logrado anclar las expectativas inflacionarias. La meta del 2%, considerada saludable para el crecimiento económico, parece estar al alcance de la mano y se mantendrá como un punto de equilibrio a lo largo del próximo año.
La estabilización de la inflación tiene implicaciones directas en la estrategia del BCE. El consenso actual indica que, tras una serie de agresivos aumentos de tipos para combatir el shock inflacionario, la institución se encuentra ahora en una fase de ‘esperar y ver’.
La ausencia de la necesidad de más recortes de tipos por parte del BCE implica que la financiación seguirá siendo manejable, pero los retornos dependerán cada vez más del crecimiento orgánico de las empresas, y no de una política monetaria laxa.
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