El Canciller alemán, Friedrich Merz, lanzó una severa advertencia sobre el estado actual de la nación, declarando que Alemania se encuentra posiblemente ante sus mayores desafíos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Merz detalló que la conjunción de problemas que enfrenta el motor económico de Europa es «diversa» y «poco común», señalando directamente las tensas y complejas relaciones diplomáticas y económicas con dos de los socios globales más críticos: China y Estados Unidos.
La inquietud del Canciller se centra en cómo la creciente rivalidad geopolítica entre Washington y Beijing está creando una encrucijada peligrosa para la economía alemana, que se basa fundamentalmente en la exportación.
La advertencia de Merz va más allá de la mera diplomacia. Los «desafíos inusuales» también abarcan la transición energética, la digitalización rezagada de la infraestructura y la escasez de mano de obra cualificada.
La combinación de la presión geopolítica con los imperativos estructurales internos está creando un clima de incertidumbre para las empresas alemanas. La preocupación es que la dependencia de Alemania de los mercados globales, que históricamente fue su mayor fortaleza, se esté convirtiendo en su vulnerabilidad en un mundo que se está fragmentando en bloques económicos.
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