El mercado de materias primas ha sido testigo de un hito histórico este 17 de octubre de 2025, con el oro superando un nuevo y significativo máximo al rebasar la barrera de los 4.300 dólares la onza. Este avance meteórico consolida la posición del metal precioso como el activo de refugio por excelencia, atrayendo una afluencia masiva de inversores que buscan proteger su capital de las crecientes turbulencias económicas y geopolíticas.
La escalada del precio del oro es el resultado de un poderoso cóctel de factores que han convergido para generar una profunda aversión al riesgo en los mercados globales. En primer lugar, la debilidad persistente en los bancos regionales de Estados Unidos ha reavivado las preocupaciones sobre la estabilidad del sector financiero. Aunque las crisis puntuales han sido contenidas, la fragilidad subyacente sigue generando nerviosismo, llevando a los inversores a buscar activos con escaso riesgo de contraparte.
En segundo término, la reaparición y escalada de las fricciones comerciales mundiales está añadiendo una capa de incertidumbre al panorama económico internacional. Las disputas entre las principales potencias económicas amenazan con perturbar las cadenas de suministro y frenar el crecimiento global, lo que impulsa la demanda de activos que tradicionalmente se comportan bien en tiempos de tensión geopolítica y comercial.
Pero quizás el factor más determinante en el reciente rally del oro es el cambio en las expectativas de política monetaria. El mercado está descontando más recortes de tasas de interés por parte de los bancos centrales. Un entorno de tasas de interés más bajas reduce el costo de oportunidad de mantener oro frente a los bonos o las cuentas de ahorro. Esta perspectiva de dinero barato y abundante actúa como un viento de cola significativo para el metal.
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