China ha iniciado una investigación para determinar si los aranceles impuestos por México constituyen una barrera al comercio y a la inversión, un indicio de las tensiones comerciales que atraviesan la región ante cambios proteccionistas y respuestas a políticas fiscales globales.
La pesquisa, que podría abrir un canal de diálogo y sanciones en caso de confirmarse efectos discriminatorios, se da en un contexto de intensificación de medidas comerciales entre grandes economías y de reconfiguración de las cadenas de suministro globales.
México, por su parte, ha anunciado planes para imponer gravámenes de hasta el 50% a más de 1.400 productos procedentes de Asia. La medida busca proteger a las fábricas nacionales, enfrentadas a elevados costos y a políticas comerciales en otros frentes, como los impuestos aplicados por Estados Unidos.
El endurecimiento arancelario en México podría presionar al alza los costos de importación para empresas y consumidores, lo que, si bien busca fortalecer la producción interna, podría traducirse en precios más altos y menor demanda externa para insumos intermedios.
El propio Washington ha planteado, en distintos perfiles, que la seguridad de la cadena de suministro y la defensa de la producción nacional son prioritarias, lo que añade presión a México frente a sus socios comerciales y a sus competidores internacionales. En este escenario, la moneda de la estabilidad macroeconómica pasa por claridad, previsibilidad y una coordinación eficiente entre las distintas medidas de política.
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