Los mercados estadounidenses experimentaron una sacudida significativa, con el índice S&P 500 desplomándose un 2%. Este desplome no fue un evento aislado, sino la culminación de una creciente ansiedad entre los inversores, alimentada por la escalada de tensiones entre la administración Trump y la Reserva Federal.
Las acciones, que ya habían abierto a la baja, intensificaron su caída tras las publicaciones del presidente en redes sociales, reflejando la profunda preocupación del mercado ante la aparente erosión de la autonomía del banco central.
La raíz de esta turbulencia reside en la creciente frustración de Trump con la postura de la Fed sobre las tasas de interés. La actitud «expectante» de la Reserva Federal, como la describió el presidente, ha sido objeto de críticas cada vez más vehementes por parte de la administración.
El punto de inflexión llegó, cuando un asesor de Trump insinuó que el gobierno estaba explorando opciones para destituir al presidente de la Fed, Jerome Powell. Esta declaración, sin precedentes en la era moderna, encendió las alarmas sobre la independencia del banco central, un pilar fundamental para la estabilidad económica y la confianza de los inversores.
La confluencia de esta incertidumbre política con la ya tensa situación de la guerra comercial ha creado un cóctel explosivo para los mercados. Los inversores, ya lidiando con las repercusiones de las disputas comerciales, ahora se enfrentan a la perspectiva de una posible politización de la política monetaria.
Esta combinación de factores ha generado una atmósfera de extrema cautela, lo que se refleja en la fuerte venta masiva observada el lunes. La pregunta que flota en el aire es si este episodio marca el inicio de una tendencia más prolongada de volatilidad, o si el mercado logrará absorber este choque y encontrar un nuevo equilibrio.
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