Estados Unidos retiró la certificación de aliado en la lucha contra las drogas a Colombia. La medida, anunciada por autoridades estadounidenses, subraya no solo la fricción en la cooperación antinarcótica, sino también el estancamiento diplomático entre ambos gobiernos.
La certificación es más que un gesto simbólico, debido que condiciona acceso a ayudas, cooperación en seguridad y programas de desarrollo. La decisión estadounidense apunta a discrepancias sobre el cumplimiento de compromisos en la lucha contra la producción y tráfico de cocaína, así como sobre criterios de gobernanza y derechos humanos.
La economía colombiana, que ha buscado diversificar su perfil exportador y reducir la vulnerabilidad asociada al narcotráfico, podría ver afectada la confianza de socios y organismos multilaterales.
Este estancamiento se refleja en varios frentes, como lo es la estrategia de erradicación y sustitución de cultivos, la colaboración policial y los esfuerzos para fortalecer instituciones estatales que supervisan la actividad económica en regiones vulnerables.
La decisión de Estados Unidos refleja no solo un diferendo técnico sobre la lucha contra las drogas, sino un indicio claro de un estancamiento diplomático con implicaciones económicas y políticas para Colombia. El camino hacia una cooperación más clara y eficiente requerirá acuerdos renovados, mayor transparencia y una agenda compartida que conecte seguridad, desarrollo y crecimiento sostenible.
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