El Grupo Internacional de Estudios del Cobre publicó sus proyecciones para el mercado mundial de cobre refinado, destacando un panorama de desbalance entre oferta y demanda en los próximos años.
Según el informe, se espera un superávit de aproximadamente 178.000 toneladas en 2025, seguido de un déficit cercano a 150.000 toneladas en 2026. Estas cifras, aunque de magnitud diferente entre ambos años, subrayan una transición de sobretensiones a desequilibrios en el suministro que podría influir en precios y decisiones de inversión.
La proyección de 2025 indica que la producción mundial de cobre crecería un 1,4% respecto al año anterior, un incremento moderado que, sin embargo, no basta para absorber la demanda prevista a corto plazo.
Este superávit en 2025 podría deberse a mejoras en procesos de extracción y refinación, así como a mayores volúmenes de cobre disponible en el mercado, pero la dinámica cambiaría al año siguiente.
Para 2026, el informe señala un crecimiento de la producción estimado en 2,3%, más acelerado que en 2025. Este incremento podría estar impulsado por nuevas minas en operaciones y mayores capacidades de refinación, así como por mejoras en la eficiencia de cadena de suministro.
Estos escenarios tienen implicaciones relevantes para la industria minera, las fundiciones y las empresas usuarias de cobre en sectores clave como la electricidad, la construcción y la electrónica. Un superávit en 2025 podría traducirse en precios más contenidos en el corto plazo, aliviando costos para consumidores e industrias, mientras que el déficit proyectado para 2026 podría revertir la tendencia y sostener o impulsar los precios de manera más firme.
En un entorno de demanda global condicionada por la transición energética, la volatilidad de precios del cobre puede influir en proyectos de energía eléctrica, vehículos eléctricos y redes de transmisión, donde el cobre es un insumo crítico.
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