BCE abre el camino para recortar tasas ante guerra comercial

En un escenario global marcado por la incertidumbre y las tensiones comerciales, los miembros del Banco Central Europeo mantienen una vigilancia constante sobre los datos económicos que puedan alterar las perspectivas de la economía de la eurozona. Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la política económica internacional se ha convertido en una especie de carrera por mantener el statu quo, o en su defecto, por adaptarse rápidamente a los cambios.

Los gobernadores de los bancos centrales, en sus apariciones públicas, suelen ofrecer pistas sobre sus impresiones y posibles movimientos futuros. Sin embargo, en el caso del BCE, la presidenta Christine Lagarde ha sido más cautelosa en sus declaraciones, dejando que sean los datos los que hablen por sí mismos. En las recientes reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en Washington, los miembros del BCE dejaron entrever que la tendencia de seguir abaratando el coste del dinero aún no ha llegado a su fin.

Uno de los indicadores clave en estos tiempos es la inflación. En abril, la inflación en la zona euro se situó en un 2,2%, ligeramente por encima del objetivo del 2%. Sin embargo, la narrativa de que la guerra comercial y las tensiones internacionales puedan traer corrientes desinflacionarias ha llevado a los mercados a anticipar nuevas rebajas en los tipos de interés. De hecho, los mercados de futuros ya descuentan con un 100% de probabilidad un recorte en la reunión de junio, reflejando una clara expectativa de que las políticas monetarias seguirán siendo acomodaticias.

Por otro lado, los datos económicos recientes muestran un crecimiento del 0,4% en el primer trimestre, una cifra que sorprendió positivamente. Sin embargo, este crecimiento puede estar distorsionado por compras anticipadas por parte de empresas estadounidenses preocupadas por posibles aranceles, lo que genera cierta incertidumbre sobre la sostenibilidad de la recuperación. La confirmación de estos datos será clave en las próximas semanas.

La incertidumbre también se extiende a las previsiones económicas europeas. La tregua comercial de 90 días concedida por Trump todavía no ha expirado, y su finalización o extensión puede cambiar radicalmente el escenario económico. La posibilidad de que las negociaciones comerciales lleguen a buen puerto o, por el contrario, se estanquen, hace que las proyecciones sean altamente volátiles y sujetas a revisión en cada reunión.

En definitiva, el órgano monetario europeo se encuentra en un momento de máxima cautela, vigilando de cerca los datos y las tensiones internacionales. La política monetaria en la eurozona parece encaminada a mantener los tipos bajos por un tiempo, en un intento de sostener la recuperación económica frente a un entorno global cada vez más impredecible.

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