En un movimiento que subraya la creciente multipolaridad del escenario global, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa ha manifestado, durante una visita del mandatario ucraniano Volodímir Zelenski, que las conversaciones de paz entre Kiev y Moscú deberían iniciarse sin condiciones previas.
Esta postura contrasta marcadamente con las declaraciones del expresidente estadounidense Donald Trump, quien recientemente criticó al presidente ucraniano por su negativa a reconocer la ocupación rusa de Crimea como parte de un posible acuerdo de paz impulsado por Estados Unidos para poner fin al conflicto en Ucrania.
Aunque Pretoria busca mantener relaciones cordiales con Moscú, es crucial recordar que ambos países son miembros del grupo BRICS, una coalición de economías emergentes que busca desafiar el orden económico tradicionalmente dominado por Occidente.
Esta membresía añade una capa de complejidad a la postura sudafricana, sugiriendo un equilibrio estratégico entre sus lazos económicos y sus aspiraciones de influencia global.
Ante la pregunta directa sobre la posibilidad de que Ucrania deba ceder territorio a Rusia como parte de las negociaciones de paz, el presidente Ramaphosa señaló que esta cuestión «debería discutirse en la mesa de negociaciones», evidenciando una postura pragmática que reconoce la dificultad inherente a la resolución del conflicto.
Ramaphosa compartió su propia experiencia sudafricana con Zelenski, recordando cómo las negociaciones que pusieron fin al apartheid se llevaron a cabo «sin condiciones previas», un paralelismo que ofreció al presidente ucraniano como ejemplo a considerar.
En este contexto, Zelenski continúa buscando apoyo internacional al esfuerzo bélico de Kiev. En medio de la creciente presión ejercida por figuras como Trump para que Ucrania considere concesiones territoriales, el presidente ucraniano enfatizó el jueves que no tenía sentido hablar sobre las «líneas rojas» de Ucrania en las negociaciones con Rusia sin un alto el fuego total.
La iniciativa de mediación de Sudáfrica, aunque incipiente, se inserta en un panorama geopolítico donde las dinámicas de poder están en constante reconfiguración. La capacidad de Pretoria para influir en las negociaciones entre Kiev y Moscú dependerá de múltiples factores, incluyendo la voluntad de las partes en conflicto para ceder en sus posiciones y el respaldo que pueda obtener de otros actores internacionales relevantes. La complejidad de los intereses económicos y políticos en juego sugiere que el camino hacia una resolución pacífica en Ucrania seguirá siendo desafiante.
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