En un movimiento que marca un aparente retroceso sobre política comercial, el presidente Donald Trump decidió suavizar el impacto de los aranceles sobre la industria automotriz.
La administración Trump anunció cambios que eximirán de gravámenes a ciertas piezas utilizadas en la fabricación de automóviles y camiones, una concesión significativa a las demandas del sector automotriz estadounidense.
Según varios medios de comunicación, los automóviles importados se beneficiarán de la moratoria sobre los aranceles impuestos al aluminio y al acero. Esta medida se presenta como un esfuerzo para evitar la acumulación de gravámenes, lo que podría inflar aún más los costos para los fabricantes.
Este cambio de rumbo, coincide con la visita del presidente Trump a Michigan. Esta moderación en la política arancelaria sugiere una respuesta a las preocupaciones expresadas por la industria automotriz.
Los efectos perjudiciales de los aranceles en la competitividad y costos de producción son un problema para este sector. Aunque, el objetivo declarado de los aranceles pasa por proteger los empleos en Estados Unidos, la realidad de la cadena de suministro automotriz genera presiones para reconsiderar algunas de estas medidas.
La decisión de Trump podría interpretarse como un intento de equilibrar su postura proteccionista en un sector clave para la economía estadounidense, justo en un momento en que busca consolidar su apoyo político en estados manufactureros.
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