El oro eterno refugio en una tormenta económica. Hoy, martes 22 de abril, presenciamos cómo el metal dorado desafía las alturas, superando por primera vez la barrera de los 3.500 dólares por onza para tocar un nuevo máximo histórico de 3.500,10 dólares.
Sin embargo, como suele suceder en los mercados, la euforia inicial se ha moderado, y al cierre de esta edición, el precio se sitúa en torno a los 3.450 dólares.
Este ascenso meteórico no es un evento aislado. En las últimas sesiones, la onza de oro ha marcado récords, impulsado por una confluencia de factores que agitan las aguas financieras globales.
La debilidad del dólar estadounidense, en parte alimentada por las críticas del expresidente Trump a la Reserva Federal, y la persistente crisis arancelaria, han actuado como vientos de cola para el oro.
Expertos con los que hemos conversado señalan que la incertidumbre económica que emana de estos frentes sigue ejerciendo presión sobre las bolsas y debilitando al dólar, que acumula una depreciación del 11% en lo que va de 2025, marcando mínimos desde principios de 2022. En este escenario, el oro, tradicionalmente visto como un activo seguro en tiempos de turbulencia, se erige como un faro para los inversores.
En los últimos meses, la trayectoria del oro ha sido un encadenamiento de máximos históricos. La incertidumbre generada por la guerra arancelaria, los crecientes riesgos de recesión global y las compras estratégicas de este metal precioso por parte de algunos bancos centrales y potencias económicas como China, han fortalecido su atractivo. Sin duda, seguiremos de cerca cómo evoluciona este mercado en las próximas jornadas.
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